miércoles, 16 de julio de 2008

De verdad

¡Qué raros somos!

Navegamos buscando, infatigables, el navío que amamos. Enviamos señales sin cesar, una tras otra, día tras día, hora tras hora.

Y cuando al fin el bajel se acerca y nos dice, a su manera, que ha llegado, nos apresuramos a huir de él, cuando no a intentar hundirlo.

Sé de un navío que pronto dejará de navegar por estas aguas.

No hay comentarios: